Un abogado fallece. En una cláusula de su testamento dispone que el día de su entierro, cada uno de sus tres socios deposite 50 dólares en su tumba. El primero, tras pensarlo mucho, tira el dinero; el segundo, tras dudar bastante tiempo, también lanza el dinero. El tercero de los socios recoge el dinero que sus dos compañeros han depositado; y en su lugar deposita un cheque por 150 dólares.